20121230

Políticos «de ración»

Políticos «de ración»
Javier Guitián

No soy aficionado a la pesca, aunque sigo con interés las conversaciones sobre el tema en las tertulias de mi pueblo; creo que de seguir así en poco tiempo seré un perito en poteras y lubinas. Sobre la política, qué les voy a decir, me interesa, pero sé que jamás alcanzaré la condición de experto. Sin embargo, cuando políticos y peces se juntan por alguna razón la cosa empieza a interesarme y es eso, exactamente, lo que me ha ocurrido recientemente. Espero, al contarlo, que los lectores disculpen mi incursión en el mar de la política.

Hace unas semanas, un inusual contertulio de las citadas reuniones, pescador gran parte de su vida, me explicó por qué las cosas van mal en nuestro país. En su opinión, el problema es que lo políticos actuales son, dijo textualmente, «de piscifactoría». Siempre hay excepciones, exclamó, pero al igual que los rodaballos en las granjas marinas son todos del mismo tamaño, y visten, se alimentan y se peinan igual. De la misma manera, cuando uno se diferencia un poco lo sacan del tanque, el partido, y lo eliminan; al mercado solo salen «políticos de ración». Muy al contrario, continuó, los políticos de la década de los ochenta eran salvajes, como los rodaballos de mar, todos diferentes. Su crecimiento no estaba controlado, tampoco su estética e, independientemente de su ideología, no eran expulsados del tanque con tanta facilidad; nada de ración, con un político de los de antes se podían hacer tajadas para dar de comer a la tripulación de un arrastrero, exclamó finalmente.

No había visto nunca la cuestión desde esa perspectiva, pero les confieso que me parece sugerente. Uno no tiene más que recordar el primer Gobierno del Partido Socialista Obrero Español o la presencia posterior en el Parlamento de personas como José Antonio Labordeta para añorar el poderoso sabor intelectual de aquellos rodaballos salvajes, frente a los actuales filetes de cultivo de algunos ministros.

No vean en esto una crítica general de la política, entre otras cosas, porque la idea no es mía; creo, de verdad, que todavía quedan buenos ejemplares en el mar. Sé, además, que al igual que las reservas pesqueras, los rodaballos se agotan y su cultivo es una buena alternativa para cubrir la demanda actual, a la vez que una fuente de empleo y riqueza importante. Lo que me gusta de la exposición de mi amigo es que utiliza sus conocimientos para explicar la realidad que le rodea, algo cada vez menos habitual. Sencillamente, él ha trabajado toda la vida con peces y sabe diferenciar un rodaballo salvaje de uno de cultivo.

Al final, si lo piensan, políticos y pescadores tienen más en común de lo que creemos. Ambos utilizan cebos y ambos tienen tendencia a mentir. Los primeros sobre sus programas electorales, los segundos sobre el tamaño de los peces que han pescado.

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