Alemania: Un sistema que tiembla
Otra vez, como todos los años, volvieron a publicarse en los diarios
alemanes los sueldos y otros beneficios que cobran los ejecutivos de las
grandes empresas y también de los bancos. Nuevamente, la indignación
volvió a cundir en toda la gente de trabajo. Esta vez no estuvo al
frente de los que más ganaron, como en años anteriores, el señor
Ackermann, presidente del Deutsche Bank, que cobró siempre más de diez
millones de euros por año. Esta vez, apenas recibió de sueldos y otros
beneficios 9,4 millones de euros. Esta vez, quien más cobró de todos los
ejecutivos fue el presidente de Volkswagen, M. Winterkorn, que cobró en
un año nada menos que 16,6 millones de euros. Después de Ackermann,
vienen P. Loschner, de Siemens, con 8,7 millones; D. Zetschke, de
Daimler-Benz, con 8,7 millones: W. Reitzle, de Linde, con 6,7 millones;
J. Grossmann, de RWE, con 6,4 millones; N. Reithofer, de BMW, con 6,1
millones, y H. Hainer, de Adidas, con 5,9 millones de Euros.
Lo que obtuvo el presidente de Volkswagen representa, por mes, 300 veces
más de lo que gana en promedio un técnico en la industria. Justo hace
unos días el gremio metalúrgico denunció que en la BMW de Leipzig los
trabajadores cobran entre 1300 y 1400 euros por mes.
En Estados Unidos, las cifras son aún más desproporcionadas, y lo mismo
que en Alemania, se sigue ese camino en Francia e Inglaterra. Pero este
año la reacción ha sido tan grande que justamente el jueves pasado las
autoridades de la Unión Europea resolvieron que ningún banco europeo
podrá dar como beneficio de fin de año a sus autoridades bonos que sean
más altos que un sueldo de ellos, los ejecutivos. A veces, esos bonos se
elevaron hasta más de diez millones de euros. Pero claro, esta nueva
medida sólo afecta a los funcionarios bancarios y, en cambio, las demás
empresas privadas siguen teniendo amplia libertad de manejar sus fondos.
La pregunta es: ¿cómo puede reinar una inmoralidad así en países con
altas cuotas de desocupación y justo ante la actual crisis? Alemania
acaba de publicar las últimas cifras sobre estos altos sueldos y
beneficios, en momentos en que tiene 3.156.000 personas sin trabajo que
cobran por mes una ayuda de no más de 400 euros, suma que apenas les
alcanza para comer.
¿A esto le llaman democracia? Donde un trabajador cobra 400 euros y un
empresario casi un millón. No. Hay que volver a definir lo que es una
verdadera democracia. Esa palabra indiscutible siempre tiene que ir
unida a la palabra Igualdad, ser sinónimos. El ganar tanto dinero
debería avergonzar a esos dueños del poder financiero. La palabra que
debería valer aquí es “modestia”, la mejor de las cualidades humanas que
tendría que estar para todos por encima del vocablo “angurria”, en su
verdadero sentido, los que quieren más poder y más lujo en un mundo
pleno de miserias humanas. Más en esta época europea, plena de déficit y
de falta de trabajo. Se resuelve la crisis de la forma más sencilla;
por ejemplo, se despide a cinco mil obreros y ya está. En vez de buscar
una solución más humana y solidaria. Los que ganan millones renuncian a
parte de sus entradas en los tiempos difíciles y no al revés, que es
crear problemas profundos y de base, crear violencia, como lo es dejar
sin trabajo a padres de familia en plena educación de sus hijos.
Poco ha aprendido el ser humano en su experiencia histórica. Crear
desocupación es nada más ni nada menos que crear violencia, porque en
muchos casos al final llegaron a pagar los de arriba.
Con este sistema económico, el poder se sigue concentrando en los
empresarios más poderosos. Por ejemplo, el de más fortuna, con 18.900
mil millones de euros, es el fundador de los supermercados ALDI. El
segundo más rico es Theo Albrecht, hijo del anterior, dueño actual de
los supermercados ALDI Nord, con 13.300 mil millones de euros. Y le
sigue una larga lista de herederos de los fundadores de grandes empresas
creadas luego de la última guerra.
Menos los demócrata-cristianos de la primera ministra Merkel y los del
partido Liberal –las dos fuerzas que gobiernan actualmente–, todos los
demás partidos han solicitado el aumento de los impuestos a los altos
sueldos y a las ganancias. El partido de Izquierda –Links Partei– ha
presentado además un proyecto para que se quite todo lo que supere un
millón de euros a quien gane como sueldo más de esa cifra por año.
Mientras tanto, siguen las protestas obreras. En Siemens, por ejemplo,
han iniciado una protesta porque la empresa comenzó a eliminar más de
mil puestos de trabajo. Alrededor de 130.000 obreros de esa empresa
comenzaron a protagonizar esa viva protesta. El jefe de Siemens, Peter
Löscher, señaló que la empresa debe ahorrar en un año seis mil millones
de euros. Se calcula que este año serán despedidos 5100 trabajadores y
van a ser eliminados otros 1400 puestos de trabajo mediante la venta de
instalaciones a otras empresas. Todo eso, a pesar de que los dos últimos
años significaron para la empresa los períodos más satisfactorios en lo
económico. Es decir, que se actúa no por la dignidad de la gente sino
por el saldo pecuniario, nada más.
En ese sentido, la primera ministra, Angela Merkel, defendió últimamente
con toda su fuerza la campaña de ahorros que han iniciado el gobierno y
las principales empresas alemanas, con deterioro, sin ninguna duda, de
la dignidad de la gente de trabajo. En ese sentido, la oposición,
formada por los tres partidos de izquierda: la socialdemocracia, el
Partido Izquierda y el partido Verde, protestó a viva voz en el
Bundestag porque el gobierno no presentó en la debida fecha una
información anual sobre la pobreza, un estudio realizado por una
comisión independiente que en Alemania debe presentarse todos los años.
Por ejemplo, se sabe que el oficialismo hizo tachar del documento la
frase “la fortuna privada en Alemania está muy mal repartida”. Y se hizo
corregir numerosas opiniones del documento. Por su parte, Estados
Unidos anunció el programa de ahorros al cual el diario alemán General
Anzeiger califica de “lista inhumana”, por el cual se quieren ahorrar
mil millones de dólares con la eliminación de miles de puestos de
trabajo y recortes en el sector social. Se teme que ese programa va a
perjudicar en grande la economía mundial.
Stephen Fuller, economista de la Universidad de Georg Mason, calcula que
se perderán así dos millones de puestos de trabajo y habrá un dos por
ciento de retroceso del producto social bruto. Las crisis de siempre, no
anunciadas, del capitalismo.
Y, ante todo, el demonio de la pobreza. En Europa hay dos países que la
están sufriendo en forma muy profunda: Rumania y Bulgaria. Se nota por
la cantidad de sus habitantes que está llegando a Alemania para pedir
trabajo. Llegan y se quedan a vivir en casas abandonadas de los
suburbios de las ciudades donde los aprovechadores de siempre les exigen
cien euros mensuales para dejarlos dormir. O se construyen casuchas de
madera o de lata en tierras de las vías del tren. Las comunas alemanas
ya han dado la voz de alarma. La Agencia Alemana de Trabajo calcula que
en el 2014 llegarán entre 120.000 y 140.000 emigrantes de Rumania y
Bulgaria. Por eso, hay temor por la seguridad del país.
Realidades europeas. Pasan las épocas y se sigue sin encontrar una
solución. Un sistema que demuestra que el capitalismo no trae
estabilidad ni dignidad.
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