Las estadísticas desmienten el triunfalismo de Rajoy
A
pesar de que el Gobierno insiste en que lo peor de la crisis ha pasado,
los últimos datos oficiales publicados confirman lo contrario: en 2012
creció el paro, los salarios bajaron, el consumo se desplomó, el déficit
público siguió fuera de control y la economía sufrió la mayor caída
desde 2009
El pasado 20 de febrero, durante el Debate del Estado de la Nación, el
presidente Mariano Rajoy dio por superada la peor etapa de la crisis
económica. Al día siguiente, Alfonso Alonso, portavoz del PP en el
Congreso de los Diputados, pronunciaba esa manida frase que los
ciudadanos ya se han cansado de escuchar en los últimos cinco años: "Lo
peor ha pasado". La realidad, sin embargo, además de cruda es terca:
España sigue en recesión y no va a salir de ella hasta principios de
2014, según coinciden la mayoría de los analistas.
Durante esta semana que está a punto de concluir se han ido conociendo
los datos económicos oficiales del año 2012, lo que permite hacer un
balance del primer año íntegro de Rajoy en La Moncloa y contraponerlo
con el último de Zapatero al frente del Gobierno. La primera conclusión
es evidente: no es que lo peor haya pasado, es que está pasando y
seguirá pasando al menos unos meses más.
En ese mismo Debate del Estado de la Nación Rajoy dijo que sus políticas
basadas en la austeridad, los recortes y las subidas de impuestos
habían salvado al país del desastre. "España ya tiene la cabeza fuera
del agua", afirmó solemne el presidente. Pero como ya ocurriera el
pasado mes de noviembre, al analizar el primer año del triunfo electoral
del PP, ningún indicador económico deja en buen lugar a Rajoy: todas
las estadísticas desmienten su triunfalismo.
España parece haberse instalado en la recesión sin fecha de caducidad.
2012 fue el segundo peor año de la crisis en lo que se refiere al
crecimiento: el PIB se contrajo un 1,42%, el peor dato desde 1981 a
excepción del año 2009, cuando la economía decreció un 3,7%. En 2011 el
PIB creció un exigüo 0,4%, pero creció. La austeridad a macharmartillo
impuesta por el PP ha tenido mucho que ver en la pésima evolución del
PIB en los últimos doce meses.
La demanda interna, el consumo, la inversiones, el paro y hasta el déficit público han ido a peor
Si
la economía no crece es porque la demanda nacional, la inversión y el
consumo se han desplomado, tal como reconoce en su último boletín
económico el Banco de España. En el último trimestre de 2012 el
consumo cayó un 1,9%, cuando un año antes la caída fue del 1%. El
Instituto Nacional de Estadística (INE) también aporta su propio dato:
el gasto en consumo final descendió un 1% en 2012 cuando en 2011 había
crecido un 1,2%. Ahora se consume menos que antes y sin consumo no hay
crecimiento.
La inversión en bienes de equipo, un indicador
que suele reflejar con bastante exactitud la verdadera situación de la
economía de un país, también ha ido notablemente a peor: entre septiembre y diciembre del año pasado cayó un 5,4%; en el mismo período de 2011 la caída se quedó en el 4,5%.
No
hay que ser un lince para conocer la principal razón de este desplome
de la demanda interna y de la inversión: el paro, que también ha ido a
peor. En 2012 la tasa de desempleo pasó del 22,85% al 26% y 691.000
ciudadanos más perdieron su empleo. En 2011 fueron 577.000 las personas
que engrosaron esa terrible estadística. Los parados a finales de 2012 frisaban ya los seis millones, cifra que se rebasará durante el primer trimestre de 2013.
Siendo el principal y más trágico problema, el paro por sí solo no explica la actual situación económica. Los afortunados que tienen trabajo también han visto mermada su capacidad adquisitiva: según el INE, la remuneración de los asalariados bajó en 2012 un 5,4% de media frente al 0,8% de 2011. Se gana menos, se compra menos.
2012 fue el segundo peor año de la crisis: el PIB se contrajo un 1,42%, el peor dato desde 1981 a excepción del año 2009
La única estadística en la que el Gobierno se ha permitido sacar pecho ha sido la del déficit público.
El mensaje del Ejecutivo de Rajoy no ha variado desde que llegó a La
Moncloa: el control del déficit público es imprescindible para salir de
la crisis. Esa ha sido su coartada para aplicar los brutales recortes
sociales durante el año pasado. El pasado jueves el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal
Montoro, presumía de haber dejado el desfase entre ingresos y gastos
del Estado en 70.000 millones (números redondos), el 6,74% del PIB. El
dato es tramposo: la cifra no incluye las ayudas a la banca, que suponen
un 3,25% del PIB de 2012, por lo que el déficit real es del 10%,
superior al registrado en 2011, cuando -ayudas a la banca incluidas- el
déficit público se quedó en el 9,44%.
Aunque un país es mucho más que una cifra o una gráfica, los números indican que España está peor que hace un año. Con los números en la mano, nadie puede rebatir esa dura realidad diga lo que diga el Ejecutivo.
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