Sevilla: Zoido (PP)
Jaen: Fernandez de Moya (PP)
Cordoba: Nieto (PP)
Tarifa: Gil (PP)
en lugar de cultivar los campos, prefieren seguir con un modelo que ya se ha manifestado nefasto y caduco, y para el que ya no hay financiación pues el país está arruinado.. a seguir construyendo calles y glorietas, en polígonos que llevan años vacíos, y que seguirán vacíos.. analfabetos vendehumos a los que siguen otros analfabetos, todos esperando el sobre con la paga "extra".. los mismos que han arruinado el país se siguen llenando los bolsillos mientras recogen las últimas migajas de la miseria que han sembrado.. disfruten lo votado..
Los Ayuntamientos se aferran de nuevo al urbanismo para reactivar la economía
Los
alcaldes de varias ciudades promueven grandes proyectos y cambios en
los usos del suelo para tapar los números rojos y obtener ingresos
La estrategia de impulsar la construcción no gusta a todos
Recalificación. Modificación puntual del PGOU. Macroproyecto
urbanístico. Iniciativa privada millonaria. Estos cuatro conceptos, como
otros muchos que vertebraban los discursos políticos en los años de
bonanza, quedaron enterrados cuando estalló la burbuja. Ni los alcaldes
querían usarlos ni, aunque quisieran, había razón para hacerlo. Y de
repente, con las cifras del desempleo desatadas y las cuentas de las
Administraciones en números rojos, varios Ayuntamientos han sorprendido
en las últimas semanas con el anuncio de operaciones urbanísticas que
recuerdan mucho a las de hace una década.
Ya lo hizo en verano Tarifa, con el anuncio de un complejo hotelero y
viviendas en el paraje de Valdevaqueros. Más recientes son los planes
del Ayuntamiento de Córdoba, que tiene sobre la mesa un proyecto de ocio
y deportivo promovido por el grupo Tremón con una inversión privada de
141 millones de euros. La Gerencia de Urbanismo de Sevilla ha aprobado
cambios en su Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para permitir la
construcción de aparcamientos rotatorios en el casco histórico y cambiar
la calificación de varias parcelas para que puedan tener uso
residencial o comercial. En Jaén, con una población de 117.000
habitantes, el gobierno municipal ha proyectado la construcción de
10.000 viviendas, la mayoría de promoción pública.
Los más optimistas creen que estas iniciativas obedecen a una muy
incipiente recuperación de la actividad empresarial. Pero la mayoría ve
síntomas de que algunos alcaldes vuelven a aferrarse a la construcción
como locomotora económica. El concejal de Urbanismo de Jaén, Javier
Márquez (PP), defiende que operaciones como las que ha planteado pueden
abrir una vía para salir de la crisis. El edil asegura que no se está
promoviendo ningún “crecimiento alocado”, sino viviendas “en función de
una demanda real y efectiva”, informa Ginés Donaire. “Las viviendas no
son una inversión, sino una necesidad”, asegura. La oposición municipal,
sin embargo, advierte de que en el registro municipal de viviendas
apenas hay inscritas 2.000 personas, frente a las 10.000 casas que
plantea el gobierno local.
El objetivo que aseguran perseguir los alcaldes con estas operaciones es
doble: sanear las arcas municipales y revitalizar la actividad
económica y, con ella, la creación de empleo. Pero, en esa estrategia
¿hay peligro de que se esté abonando otra vez el terreno para hacer del
urbanismo la mejor fuente de ingresos de los Ayuntamientos? Esa debería
ser, según el arquitecto Manuel Ángel González Fustegueras, la línea
roja. “El urbanismo puede ser un mecanismo de desarrollo, pero no de
financiación municipal”, advierte.
Fustegueras, redactor de varios de los PGOU aprobados en los últimos
años en Andalucía, entre ellos los de Sevilla y Marbella, admite cambios
en los planes generales cuando son para mejorar la ordenación vigente.
“Ese es el requisito legal y hay que justificarlo de forma expresa”,
señala. Bajo esta premisa Jaén podría construir tantas viviendas como
considerara necesario dentro de los topes máximos que marca el Plan de
Ordenación Territorial de Andalucía (POTA) —el 40% del suelo urbanizable
y el 30% de la población—. Y Jerez, que ha optado por regalar suelo
para nuevas actividades económicas, no corre en principio peligro de
volver a desordenar lo ordenado si los terrenos que ofrece ya estaban
pensados para actividades económicas e industriales.
Más crítico es Fustegueras con cambios de los PGOU que, aunque se
presentan como “puntuales”, implican modificaciones sustanciales del
modelo de ciudad. Esto es lo que ocurre, opina el arquitecto, con
algunas de las últimas decisiones del Ayuntamiento de Sevilla, como el
cambio de calificación de varias parcelas para darles uso comercial o el
fin del veto a los aparcamientos en el casco histórico. “Eso sí que es
una modificación estructural y una afección al modelo de ciudad. La
única justificación es que, como se ha eliminado el Plan Centro entran
más coches y faltan aparcamientos, pero eso no es una justificación
válida, es una decisión que se tomó sabiendo que el plan era como era”,
advierte.
Los dos grupos de la oposición al gobierno de Juan Ignacio Zoido
rechazan estos cambios con argumentos similares a los que arguye
Fustegueras. El portavoz de IU, Antonio Rodrigo Torrijos, habla de “una
gran intervención” que bajo la fórmula de modificación puntual esconde
“toda una subversión del PGOU”. “Vuelve un modelo de ciudad y de
economía sustentado en el urbanismo. Y este modelo es uno de los grandes
orígenes de la crisis que padecemos”, advierte Torrijos.
Al dirigente de IU le molesta especialmente que los alcaldes defiendan
estos planes urbanísticos “con la gran excusa del empleo”. “Usan algo
tan sensible como el desempleo para plantear grandes operaciones
urbanísticas. Y como nosotros nos oponemos parece que no queremos que se
cree empleo. Pero es que no todo vale”, lamenta Torrijos, convencido de
que lo que busca el gobierno municipal de Sevilla es sobre todo abrir
la puerta a futuras operaciones de especulación urbanística.
El portavoz del PSOE y exconsejero de Vivienda y Ordenación del
Territorio Juan Espadas, cree que, antes de llegar a los cambios
concretos que están proponiendo algunos municipios, hay un problema de
fondo: para algunos sectores, la planificación urbanística es un
incómodo corsé que impide la libertad de movimientos. “A muchos no les
gusta tener que sujetarse a nada que dificulte la posibilidad de decidir
lo que más te convenga en cada momento”, afirma Espadas. “Esto es
verdad”, apunta el socialista. “La planificación puede ir contra la
libertad de mercado. Pero por eso la defendemos los que creemos que el
territorio no se puede manosear a gusto de quien tenga más dinero”.
En el caso de Sevilla, Espadas sostiene que el PGOU, aprobado en 2006,
sigue siendo válido. El problema, advierte, es que el responsable de
desarrollarlo (el gobierno municipal) no sabe hacerlo. “El plan es
impecable desde el punto de vista conceptual y teórico”, asegura. “Pero
hay que tener capacidad para buscar inversiones que puedan desarrollarse
en aquellos lugares donde tú has decidido que tiene que haber una
inversión determinada”. “Se pueden hacer modificaciones puntuales, pero
tienen que responder a una lógica. Y aquí las modificaciones que se han
hecho es porque ha aparecido un señor con una cartera a decir lo que
necesita”, señala.
No opina lo mismo el presidente de la Asociación Sevillana de
Constructores y Promotores de Obras (Gaesco), Miguel Rus, que defiende
una dosis de lo que tras los años del boom se demonizó como el urbanismo
a la carta. En su opinión, los planes generales deben tener cierta
“flexibilidad” para adaptar los suelos a los usos que se demanden en
cada momento. Rus, que preside también la Confederación de Empresarios
de Sevilla (CES), teme que mientras los bancos mantengan cerrada la
financiación al sector de la construcción, sobre todo al de viviendas,
no habrá una recuperación real, aunque apoya que se vayan haciendo
cambios en el planeamiento “para que inversiones interesantes se puedan
hacer realidad”.
Rus muestra “cierto optimismo”. “Hace uno o dos años los empresarios no
escuchábamos la posibilidad de proyectos. Ahora, sí. Hay ideas y se
hacen modificaciones para hacerlas viables”, afirma el empresario, que,
con todo, cree que el sector de la construcción “no va a volver a ser lo
que era”. “Ni debe serlo”, advierte. “Todos nos volvimos un poco locos
proponiendo todo tipo de proyectos, algunos de ellos inviables”.
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