pues si el problema de hispanistán es Twiter, que lo detengan.. a ver si así se acaba la crisis..
lo que deja muy claro el artículo (que no tiene desperdicio) es el estercolero en que se ha convertido hispanistán.. enchufados (e inútiles) por todas partes, impuestos (incluso al Sol), y unos sindicatos y "medios de información" vendidos a la partitocracia.. disfruten lo votado..
El accidente de Cristina Cifuentes despierta la ira de la “casta” hacia los ciudadanos por usar Twiter
Cristina Cifuentes: la prensa la defiende y los ciudadanos la detestan
“Jauría” de “fascinerosos” y “miserables” que destilan “odio” hacia los
políticos, la mayoría de los cuales son “honrados”. Así podría resumirse
la airada reacción de una parte de la prensa española que defiende a la
actual partitocracia frente a los ciudadanos que han usado la red
social Twiter (entre otras muchas) para expresar su descontento,
malestar e inquina hacia Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en
Madrid, a raíz de su accidente de moto cuando circulaba por un
carril-bus de Madrid. Cifuentes, que se ha hecho célebre por reprimir el
derecho a la manifestación que consagra la Constitución y la mayoría de
las cartas de derechos ciudadanos de los países avanzados, multó
masivamente a los asistentes, infiltró a policías en las concentraciones
y ha desarticulado populares movimientos sociales de protesta como
Marea Ciudadana o el 15-M usando a agentes que se han disfrazado de
activistas y los han inmovilizado desde dentro provocando interminables
debates y divisiones.
El mundo entero se mofa de la cálida y calurosa España por poner
“impuestos al sol” y penalizar la energía solar en beneficio de las
compañías eléctricas, donde abrevan ex políticos con sueldos
millonarios, y se sorprende de que el país no “explote” como Egipto,
Turquía o Brasil cuando padece más porcentaje de desempleados que ningún
otro en el mundo (6 millones, más 2 millones de exiliados económicos).
Lo cierto es que en España se han vivido manifestaciones contra la
“casta” política tan numerosas como en El Cairo, Ankara o Brasilia pero
han sido minimizadas no solo por el Gobierno, sino -lo que es más
sorprendente a ojos de fuera- por la prensa, la oposición y los
sindicatos. Los ciudadanos han tomado la calle y las redes sociales como
sustitutos de unos óganos de contrapeso y control que no ejercen, y eso
ha soliviantado a las élites de tal manera que les ha causado una
preocupación difícil de disimular.
Para los medios de comunicación “oficiales”, el problema de
España es Twiter, Facebook o Menéame, y no el hecho de que un jefe del
Estado (que nunca fue elegido ni votado directamente por sus ciudadanos y
que siempre ha esquivado las urnas amparándose en unos políticos que
silencian sus desmanes) pasee a sus amantes por las estancias de
Palacio, las suba a aviones oficiales y las haga embajadoras “oficiosas”
de la “marca España”. Tampoco que sea conocido en el mundo no por sus
filantropías o inquietudes culturales, sino por sus negocios e
intermediaciones con armas, petróleo y ladrillo hacia las monarquías
árabes o las repúblicas ex soviéticas. Desde 1977, a Juan Carlos lo
sostiene únicamente una clase política dependiente de las ubres del
Estado, que ha sido denunciada por utilizar masivamente las
instituciones para “colocar” a sus familiares y amigos, situación que ha
conseguido la quiebra económica de España, el país que más turistas
recibe en el mundo y que, por ello, debería ser un ejemplo de salida de
la crisis y no de todo lo contrario: paro, deuda, abusos de las élites y
exilio.
Escrache a Cristina Cifuentes por multar masivamente a ciudadanos que ejercieron la libertad de manifestación
La ambiciosa codicia de la gestión política en España asedia a los
ciudadanos con innumerables impuestos desde que salen de casa hasta que
se acuestan (por aparcar, por emprender, por la energía solar, con la
luz y el teléfono más caro de Europa, subvencionando televisiones
autonómicas caras y ruinosas, quintuplicando las administraciones para
“enchufar” a sus allegados, etc…), pero el “problema” para ellos es el
uso de Twiter como canal de protesta y desahogo. Tampoco importa la
legislación que garantiza la impunidad penal para políticos y banqueros,
la ausencia de división de poderes, la imposibilidad de elegir
directamente a sus representantes en distritos unipersonales (la
decisión la toman solo los “aparatos” de los partidos), las habituales
censuras en la prensa, la huida de los sindicatos de la calle, donde ya
no pueden salir a protestar porque dependen de las generosas
subvenciones que los han hecho engordar hasta la obesidad.
Protesta de enfermeros y médicos ante el hospital donde ingresaba
Cifuentes: la prensa solo quería informar de la paciente, no de las
quejas
El problema para la “casta” hoy es Twiter y mañana Facebook porque ahí
sus infiltraciones (los famosos “trolls”) no tienen apenas capacidad de
maniobra y no pueden actuar como Cristina Cifuentes, torpedeando o
reprimiendo todo tipo de protesta, manifestación o disidencia. Por eso
son una “jauría humana” de “fascinerosos” y “miserables” aquellos que
usan las redes sociales para exteriorizar su descontento y protesta,
ante la manifiesta abdicación de los medios de comunicación “oficiales”,
que son la mayoría y de ahí su bancarrota económica y de credibilidad.
La última censura ha sido precisamente esa: silenciar la noticia de la
espontánea manifestación de médicos, enfermeros y personal sanitario que
con valentía salieron a denunciar a las puertas del hospital donde
Cifuentes fue ingresada, la hipocresía de una clase política que utiliza
los servicios públicos que a su espalda desmantela. La información fue
silenciada en periódicos como “El País” y relegada en otros a los
espacios más recónditos para que pasara lo más desapercibida posible. El
accidente de la delegada del Gobierno en Madrid ha despertado en España
de todo menos solidaridad, lo que ha evidenciado el enorme desapego de
la clase política española y de su “casta” mediática y financiera hacia
la sociedad que la padece.
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