20131128

"Venían hasta 30 personas para avalar una casa"

porque como todo el mundo sabe, los pisos nunca bajan.. muchos analfabetos descubrieron luego el significado de "avalista"..


"Venían hasta 30 personas para avalar una casa"


Especial desahucios
A finales de los 90

La notaría de José Ignacio Navas se llenaba de gente desde primera hora de la mañana. Si llegaba pasadas las 9.00, ni siquiera le daba tiempo a llegar al despacho. Dejaba la cartera en la recepción y comenzaba a atender a los clientes que se agolpaban en el pasillo. Eran parejas jóvenes, trabajadores sin muchos ahorros pero con un salario fijo. Venían acompañados de sus familias, padres, abuelos y hermanos, cualquiera que pudiera avalar la compra de la preciada vivienda.

Así era la vida a finales de los 90 en esta notaría del municipio madrileño de Fuenlabrada, y así continuó durante buena parte de los años 2000. Los clientes entraban sin nada y se iban con una casa y una deuda de más de 30 años. La habitación tiene unos enormes ventanales desde los que se divisa una silueta reconocible en muchos otros municipios de Madrid: edificios de ladrillo visto, toldos verdes, plazas de granito sin muchos árboles y urbanizaciones a las que se accede tras pasar por decenas de rotondas. Esos lugares, a veces demasiado impersonales, eran hasta hace poco el sueño de miles de españoles.

La firma de una hipoteca en una notaría es un acto de cierta tensión. Navas procuraba romper un poco el hielo con algún comentario y luego trataba de ser didáctico. No leía el contrato, prefería explicarlo. Les miraba a los ojos y trataba de poner a sus clientes en lo peor. “Podrías quedarte sin trabajo. Le pasa a cualquiera”, les decía. “¿Y qué haces entonces?”. Navas les aconsejaba que informaran cuanto antes a los fiadores, normalmente los padres. El banco no solía avisar cuando el deudor empezaba a ser moroso, y los trámites de embargo se iniciaban rápidamente. Podían quedarse sin casa ellos y sus padres.

Les aconsejaba también que, si aquello llegaba a ocurrir, era mejor malvender la casa. "Antes de que os ejecuten", les decía yo. “Si no malvendes se va a quedar el banco con el 50% del valor de la casa y vas a deber dinero. Y eso supone la muerte civil porque nadie te va a querer dar un crédito, ni un teléfono, ni vas a poder abrir una cuenta...”.

Era tremendo.A veces venían los padres de la novia, los del novio, los abuelos... 20 o 30 personas para avalar la casa .
Recuerda el notario Navas en su despacho

Los consejos no servían de mucho. Era como preguntar
en una boda si alguien tiene algo en contra del enlace


Para entonces ya había demasiados acuerdos previos. No se iban a romper porque un notario manifestara sus dudas. Y eso que Navas era una excepción. Muchos compradores recuerdan que su notario jamás les advirtió de nada. Otros incluso toleraban las ilegalidades que se cometían en su notaría. No hace falta poner ejemplos con nombres y apellidos; era una práctica habitual que en un momento de la transacción, los notarios se ausentaran durante unos minutos y que los compradores dieran en un sobre con dinero en negro parte del precio del piso. Navas censura esas prácticas e insiste en las advertencias que hacía a los compradores. “Sinceramente, creo que yo sí lo hacía. Pero la gente solo decía gracias. Es usted muy simpático. Y firmaban. Es normal”, dice Navas. “Ya estaba todo hecho. Su sueño de una casa, al alcance de una firma”.

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