no se sabe si sale algún hispanistaní, siempre tan dispuestos a conseguir subsidios y paguitas..
'Benefits Street', el reality show de Channel 4 que escandaliza en Reino Unido
Los titulares proclaman que la economía británica vuelve a navegar
viento en popa. Pero lo cierto es que uno de cada tres niños en
Birmingham vive por debajo del umbral de la pobreza. Y en lugares como
James Turner Street, hasta el 90% de los vecinos se aferra al salvavidas
de las ayudas sociales.
El Canal 4 de televisión eligió a conciencia esa calle para ilustrar el
declive económico y social de Gran Bretaña en plena recesión. Durante
dos años, los productores, presentadores y cámaras de la televisión
convivieron con más de 130 vecinos para dar vida a una serie -mitad
documental, mitad 'reality show'- que intentaría reflejar las penurias
del día a día en uno de tantos barrios marginales.
Nunca les dijeron cómo se iba a titular la serie, y ahí empieza según
los vecinos el "engaño". El caso es que Benefits Street (La calle de los
subsidios) se ha convertido en el fenómeno televisivo del momento y ha
dado pie a una polémica de insospechado alcance político.
Miles de espectadores se han sumado a la petición popular de su retirada
(a través de change.org) alegando que el programa trata de un modo
denigrante a los vecinos y es el equivalente al "porno de la pobreza".
La serie ha servido de paso para reavivar la hoguera de los recortes y
ha dado argumentos al ministro de Trabajo y Pensiones, Iain Duncan
Smith, para justificar "la inaplazable reforma de los servicios
sociales".
Y en esto va la policía de Birmingham y lanza una redada en plena calle
de los subsidios. Cinco personajes de la popular serie acaban entre
rejas, empezando por Samora Roberts, conocida como Black Dee, uno de los
rostro más visibles de la serie (y una de las voces más críticas
también).
A Black Dee, 32 años, se le acusa de traficar con crack y con diamorfina
(heroína purificada) y de poseer varias armas sin licencia. Tina
Thomas, que el primer episodio de la serie mostraba su plantación de
cannabis en su patio trasero, ha sido también detenida, al igual que Ian
Wright, Monique Walker y Marvin Scott, todos ellos por tráfico de
drogas.
Las presiones han ido a más de por los dos extremos: quienes la critican
por promover la delincuencia y los comportamientos antisociales y
quienes la consideran como un arma de propaganda al servicio del
Gobierno de Cameron para justificar sus políticas de austeridad.
Pese a la polémica causada por las detenciones y la amenaza de acciones
legales, el Canal 4 ha decidido seguir adelante con la emisión, alegando
el "interés público" de la serie y la audiencia récord desde la emisión
de los Juegos Paralímpicos en el 2012.
El impacto social de Benefits Street ha sido tal que uno de sus
productores, Ralph Lee, ha tenido que dar la cara ante el programa
Newsnight de la BBC para justificar su decisión de seguir adelante con
el show contra viento y marea. "No es cierto que hayamos traicionado a
los vecinos de James Turner Street", declaró Lee. "Estuvimos casi un año
trabajando con ellos, antes de empezar a grabar. Consultamos con ellos
sobre lo que podíamos o no utilizar, y tuvimos el consentimiento de
todos los que aparecen finalmente en la serie".
"Fuimos claros y transparentes sobre la naturaleza del programa",
asegura Lee. "Todos sabían por qué iban a estar ahí y cuál sería el
producto final". El productor reconoce sin embargo que los vecinos no
sabían que el título final iba a ser Benefits Street, con toda la carga
política que conlleva. "Fue una decisión de última hora, que fue tomada
tan sólo semanas antes de la emisión. Nadie en el equipo sabía cuál iba a
ser el título final. No es cierto que a los vecinos se les dijera que
se iba a titular Community Spirit (Espíritu de Comunidad)".
Desde la primera entrega, consagrada al jardín clandestino de cannabis,
la atención de la serie se centró precisamente en lado más oscuro de la
calle James Turner. En el segundo episodio, uno de los protagonistas es
Danny, un ladrón de poca monta que exhibe ante las cámaras su alijo de
cinco chaquetas robadas en un centro comercial, con la esperanza de
venderlas por 250 libras (300 euros).
El último capítulo, dedicado a la inmigración, ha servido para incendiar
uno de los debates más intensos de los últimos meses. El rumano Stefan
Stana, de 20 años, aparece ante las cámaras con su esposa de quince
años, Madalina Balasa, con la que tiene ya un hijo nacido en Birminghan:
"Sé que esto puede asustar a la gente en Inglaterra, porque mi esposa
es una menor". La policía local ha abierto una investigación y amenaza
con volver cualquier día a la calle de la discordia.
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