como buen político, pone la zanahoria delante del hocico del burro para que éste siga tirando de la pesada carga.. ha dicho 10 años como podría haber dicho 50 años,
la realidad es que la misma casta que ha conducido al país al desastre (corrupción, nepotismo, despilfarro) sigue apoltronada, y es la que tiene que "arreglar" el asunto.. el único problema es que parece que no hay responsabilidades, y que ellos no sufren la crisis, así que prisa, lo que es prisa, no tienen.. y mientras se llenan los bolsillos anuncian que "lo peor ya ha pasado", que hay "tierra a la vista", y memeces parecidas,
disfruten lo votado..
Olli Rehn: “Llevará 10 años arreglar la crisis española”
¿Puede una fecha, un determinado momento cambiar la historia? Jawaharlal
Neru, el primer jefe de Gobierno de la India, llamaba a esos momentos
“cita con el destino”. España ha tenido varias de esas citas
últimamente: el 9 de mayo de 2010 fue una especie de día D, en el que el
Gobierno socialista vio por fin las orejas de la crisis oceánica que se
avecinaba; para el Ejecutivo de Mariano Rajoy, la hora de la verdad fue
hace año y medio, con el rescate financiero que dejó a España bajo
tutela de la UE. Olli Rehn, vicepresidente y comisario de Asuntos
Económicos, ha sido desde entonces una figura clave, con un marcado
perfil en busca de recortes fiscales, y después de reformas
estructurales. Amante de la música, del fútbol y de los carajillos de
anís de Madrid, Rehn (Mikkeli, Finlandia, 1962) ofrece en esta
entrevista un mensaje positivo sobre el rescate que este jueves
finaliza, pero tan repleto de matices como alejado de la complacencia
que vienen mostrando el Gobierno y otros altos cargos europeos. Y trata
de sacarse de encima el sambenito de príncipe de los recortes: “No soy un cruzado de la austeridad”.
Frente a quienes piensan que los rescates dejan deudas inmanejables y
niveles de desempleo preocupantes que pueden envenenar la situación, Rehn defiende un enfoque basado en las reformas, pero acompañado de inversiones en Alemania
y de un mayor activismo del BCE. Frente a quienes creen que los ajustes
no son simétricos, ni dentro de los países —castigando a los más
desfavorecidos— ni en el conjunto de Europa —relegando olímpicamente las
políticas de gestión de la demanda—, Rehn asegura que los esfuerzos
tendrán su recompensa y recuerda que ya se atisba la recuperación.
Cuenta Thomas de Quincey que los tártaros, llegados a mitad del camino
que pensaban recorrer para invadir Rusia y Europa, y conscientes de los
sacrificios que aún les aguardaban, se dieron cuenta de que tenían
tantas razones para seguir como para volver atrás. Rehn no parece tener
ese dilema. Su receta para Europa, y para España, es clara: “Hay que seguir con las reformas”, aunque en el caso español arreglar los desperfectos de la crisis “llevará más de 10 años” en variables clave como el empleo, sostiene en animada conversación mientras apura un café en la sede de la Comisión Europea.
Con otro diseño de los mecanismos de rescate habríamos tenido menos crisis”
Pregunta. ¿Rey de los recortes?
Respuesta. No me veo reflejado en esa caricaturización. Soy consciente de que en el Sur me ven como una especie de cruzado de la austeridad; en el Norte es lo contrario, soy un blando.
Pero necesitamos las dos visiones, consolidación fiscal y crecimiento, y
España es la prueba de que la Comisión ha intentado combinarlas,
extendiendo los plazos del déficit. No había alternativa fácil, se
equivocan quienes piensan que había formas más sencillas de recuperar
acceso a los mercados sin ajustes dolorosos: hasta 2012 se hizo
indispensable recuperar la credibilidad; cuando las cosas se
estabilizaron, suavizamos los objetivos.
P. En el Sur la percepción es distinta. ¿No echa de menos otro BCE o estímulos en el centro?
R. Europa tiene un problema con esa fractura Norte-Sur; es
esencial construir puentes entre las dos visiones. Las cosas habrían
sido distintas con otro diseño de los mecanismos de rescate, en 2010:
nos hubiéramos ahorrado algún año de crisis. No pudo ser: a partir de
ahí hemos intentado acompasar la solidaridad a una mayor
responsabilidad.
P. ¿Y el BCE?
R. En la historia económica no hay ejemplos de recuperación sin aumento
del crédito: debería haber una demanda externa extraordinaria, y eso es
improbable. Con la fragmentación financiera actual, esos créditos tan
caros en países como España o Italia son un enorme problema para Europa. Pero el BCE prepara medidas.
P. Ya lleva año y medio así.
R. Con un shock de demanda en plena recesión, y con una política fiscal
rigurosa, una política monetaria más expansiva podría funcionar. Reino
Unido es la prueba: ese tipo de medidas no han sido una cura milagrosa,
pero al menos han ayudado. No soy quién para aconsejar al BCE, pero
tiene margen con la inflación tan abajo.
El BCE prepara medidas contra la fragmentación del crédito en Europa”
P. El FMI avisa de que con la austeridad la eurozona podría acumular
deudas inmanejables. ¿Sigue creyendo que fue buena idea recortar en
plena recesión y no corregir el tiro más rápido?
R. La dinámica de la deuda pública en Europa se está estabilizando: hay
demasiado pesimismo al respecto. Cuando se hizo eso no había muchas
alternativas, por el incendio en el mercado de deuda.
P. No se discute eso; se discuten las dosis, la velocidad, el hecho de
que el ajuste se aplicara en todas partes a la vez. ¿Tardó usted
demasiado en corregir el tiro?
R. En los momentos iniciales había que dar un volantazo; a menudo se
olvida que después la Comisión se ha centrado en el medio plazo, en los
déficits estructurales y no en los nominales.
P. ¿Le preocupa la desconfianza de los europeos con la Comisión por su papel en la troika?
R. Varios países querían al FMI a bordo. Y la experiencia del Fondo ha
sido de gran ayuda; ha habido una cooperación razonablemente positiva
entre tres instituciones de fuerte carácter. Las troikas han conseguido
estabilizar las situaciones en países que afrontaban crisis
existenciales, sin una arquitectura institucional preparada para shocks
de este calibre. Entiendo las críticas, pero las cosas han mejorado.
P. ¿Qué habría hecho usted diferente sin el FMI a bordo?
R. Habría puesto más énfasis en las reformas en las fases iniciales de
los rescates, y habría querido que todos los países afectados hicieran
suyos los ajustes desde el arranque para que la ciudadanía entendiera la
gravedad de la situación. Y habría sido mejor poner más objetivos
cualitativos, no solo cuantitativos, con el apoyo de fondos
estructurales para paliar los efectos a corto plazo.
P. La reciente conversión de Hollande es sorprendente. ¿Se ignora en Europa la importancia de la demanda en la recuperación?
R. De acuerdo con algunos académicos, Europa tiene un problema que se
puede manejar impulsando solo la demanda. ¿La oferta no cabe en esa
ecuación? En mi opinión, debemos jugar con las dos cosas: hay países
que deben rehacer sus finanzas públicas, otros acometer reformas, en
otros se puede invertir más: estamos a la espera de los planes de
Alemania, que tiene una especial responsabilidad por su peso en la zona
euro. El caso de Francia es distinto: hay que intensificar las reformas,
al igual que en Italia.
P. En España ya ha habido un fuerte impulso reformista. Y el crecimiento potencial ha caído.
R. Los efectos de las reformas se ven en la competitividad, en la exportación, en los indicadores de confianza, en los mercados.
Ya hay crecimiento e incluso el paro se ha estabilizado, si bien a
niveles inaceptablemente altos. Para que la mejoría se afiance es
esencial seguir con las reformas y seguir en una línea fiscal fiable.
P. ¿Cómo explica a un español que con la devaluación interna la salida de la crisis sea tan borrosa?
R. El proceso de ajuste estructural está en marcha, pero llevará
tiempo sustituir un sector con tanto peso como la construcción por otras
actividades. En Finlandia tuvimos algo así hace dos décadas: el ajuste
duró cuatro años, pero funcionó, aunque la recuperación del empleo tardó una década. España
lleva tres años con las reformas y lo normal es que tarde más de 10
años en recuperar las tasas de desempleo que tenía antes de la explosión
de la burbuja: arreglar crisis como la española acaba costando una
década.
P. ¿El rescate es un éxito?
R. Hay que distinguir entre la economía y el rescate financiero. El
programa ha funcionado; no me gusta la palabra éxito porque quedan
grandes desafíos por delante, pero las dudas sobre la liquidez y la
solvencia de la banca se han disipado. La economía tiene que recuperarse
de una década de excesos: la burbuja fue enorme y el ajuste será largo y
doloroso. Si tuviéramos una foto panorámica, veríamos nubes y claros.
P. Cuesta ver los claros con una deuda pública disparada y con casi 600.000 empleos menos que al inicio del programa.
R. Transcurre un tiempo desde que se cruza la esquina de la crisis y mejora el empleo.
Además, el rescate estaba focalizado en recuperar la confianza del
mercado: eso ha funcionado. Pero desequilibrios tan agudos como los de
la economía española no van a resolverse de la noche a la mañana. Es
importante que el programa haya finalizado, y hay que valorar que el
sector financiero no tenga ahora, ni de lejos, los niveles de estrés de
hace 18 meses.
P. Póngase en los zapatos de Rajoy. ¿Qué haría mañana?
R. No veo más salida que seguir con las reformas y confiar en una
recuperación paulatina que permita absorber el exceso de deuda, que va a
erosionar las bases de la economía durante un tiempo. Con tres
prioridades: completar la reforma laboral poniendo el énfasis en las
políticas activas, y adoptar una reforma a fondo en los servicios
profesionales y en el sector energético.
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