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COMO LOS ESTADOS Y ORGANISMOS EUROPEOS SACRIFICAN A LOS CIUDADANOS PARA FAVORECER AL MERCADO

"Calculated Fatalities from Radiation"



COMO LOS ESTADOS Y ORGANISMOS EUROPEOS SACRIFICAN A LOS CIUDADANOS PARA FAVORECER AL MERCADO

Sección alemana de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear

Comunicado de prensa del 20 de septiembre 2011

Después de Fukushima: las normas de contaminación radiactiva de los productos no garantizan una protección suficiente de la salud - Foodwatch y la sección alemana de IPPNW requieren una reducción importante de los límites actuales - Presentación de un informe sobre riesgos para la salud asociados con el consumo de alimentos contaminados

Berlín, 16 de mayo de 2011. Las normas europeas y japonesas relativas a contaminación radiactiva de los productos alimenticios no garantizan una protección suficiente de la salud. Las personas están expuestas a riesgos innecesariariamente elevados para la salud. Esta es la conclusión del informe "Los estándares de contaminación radiactiva de los alimentos en Europa y Japón: un número calculado de muertes por la radiación" que la asociación de protección de los consumidores Foodwatch y la sección alemana de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear han presentado hoy en Berlín. El informe se basa en una pericial de Thomas Dersee y Sebastian Pflugbeil de la Sociedad Alemana para la Protección contra las Radiaciones.

Según Foodwatch y la sección alemana de IPPNW, la Unión Europea, el gobierno federal alemán y el gobierno japonés no informan suficientemente a sus ciudadanos sobre el hecho de que no hay niveles máximos completamente "seguros" en términos de contaminación radiactiva de los alimentos. Toda exposición a radiaciones ionizantes, por pequeña que sea, representa un riesgo para la salud y, eventualmente, puede causar enfermedades graves como el cáncer. Al establecer un nivel máximo, se fija un número de muertes que parece aceptable. Aplicando los métodos de cálculo de la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP), es posible establecer que las normas europeas actuales se asocian, sólo en Alemania, con aproximadamente 150 000 defunciones anuales adicionales por cáncer debidas al consumo de alimentos contaminados - asumiendo que toda la población sólo consume alimentos cuyo contenido de radionucleidos alcanza los niveles máximos permitidos. Si este contenido fuera en promedio de sólo el 5% de los niveles máximos, aún produciría al menos 7.700 muertes adicionales por año en Alemania. Foodwatch e IPPNW no tienen ninguna evidencia de que alimentos altamente contaminados se vendan en el mercado europeo.

Los límites actualmente vigentes en la UE se encuentran entre 200 y 600 bequerelios de cesio por kilogramo de alimento. Están en total oposición con la Ordenanza alemana sobre protección contra las radiaciones que recomienda una dosis máxima individual de 1 mSv por año, combinando todas las vias de exposición, en caso de funcionamiento normal de las plantas de energía nuclear. Ellos toleran una posible dosis efectiva de 33 mSv por año para los adultos y hasta 68 mSv para niños y jóvenes. Incluso en Bielorusia y Ucrania, países que fueron afectados directamente por el desastre de Chernobyl, las normas son más estrictas que en la UE - los alimentos contaminados que no pueden venderse allí, si pueden ser vendidos legalmente en la UE.

Puesto que Europa tiene suficiente comida y mucho menos contaminada, no es necesario permitir el consumo de alimentos altamente contaminados. Foodwatch y la sección alemana de IPPNW por lo tanto requieren una reducción significativa de los valores límites, que deberían pasar de 370 (o 200 para las mercancías importadas de Japón) a 8 de bequerelios de cesio por kilogramo para alimentos infantiles y productos lácteos y de 600 (o 500 para los productos importados de Japón) a 16 Bq kg de cesio para otros alimentos.

Estos límites están en consonancia con las exigencias del Decreto alemán relativo a radioprotección, que preconiza una dosis máxima de radiación de 0,3 mSv (por vertidos radiactivos de las centrales nucleares en el agua y en el aire). Esta reivindicación se formula sabiendo que un límite - por pequeño que sea - siempre se asocia con un número de víctimas, lo que debería ser suficiente para cuestionar la operación de las centrales nucleares y la construcción de nuevas instalaciones.

Thilo Bode, secretario general de Foodwatch, dijo que "los límites actualmente vigentes en la Unión Europea y Japón son escandalosamente altos, sirven a intereses económicos y exponen a la gente innecesariamente a un riesgo considerable para la salud. En virtud de los derechos europeos fundamentales, incluido el principio de precaución y el derecho a la integridad física, las instituciones europeas deben actuar: se deben reducir drásticamente los límites para asegurar un nivel adecuado de protección a los ciudadanos".

El pediatra Winfrido Eisenberg (IPPNW) agregó que "la radiactividad afecta a las células humanas. Incluso pequeñas dosis de radiación pueden producir mutaciones genéticas, debilitar el sistema inmunológico o causar cáncer - esto es especialmente cierto para los niños y los jóvenes. Cuanto más pequeño es un niño, crece con mayor rapidez, hay más divisiones celulares, y el riesgo del daño inducido por la radiación es mayor. Un embrión es muchísimo más sensible a la radiación que otro ser humano. Desde el punto de vista médico, las normas europeas de protección frente a la radiación son injustificables".

Foodwatch y la sección alemana de IPPNW también recomiendan al gobierno japonés que reduzca significativamente los valores límite que aplica a isótopos de cesio de larga vida. En cuanto a la contaminación de yodo 131, las dos organizaciones reclaman una tolerancia cero: debido a la relativamente corta vida media de este isótopo, ningún alimento contaminado con yodo-131 se debe consumir. Hasta la desintegración del isótopo, muchos alimentos contaminados pueden ser almacenados o congelados antes de ser consumidos después.

Además, se recomienda la armonización del sistema regulador europeo para aplicar las mismas normas, tanto en tiempos normales, como en caso de desastre. En caso de desastres, la Comisión Europea tiene ahora la oportunidad - como lo hizo en el caso de Fukushima - de relajar las normas de aplicación a los alimentos sin ningún control parlamentario.

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