ya se nota quién y con qué propósito ha escrito el "artículo de información".. incluso repitiendo el mito de los "choques con pájaros", claro.. que malas son las palas de molinos..
mejor unos reactores nucleares de plutonio, que no es tóxico, sólo es radiactivo durante miles de años.. en Fukushima están muy contentos con el invento..
disfruten lo votado..
Casi 20.000 palas de molinos de viento averiadas amenazan con un desastre ecológico
Las carreteras españolas han convertido en imagen habitual los
transportes especiales de palas para equipar los molinos productores de
energía eólica que decoran un número creciente de montes y lomas.
Camiones gigantes que trasladan piezas descomunales a ritmo de
procesión. Esta operación, lenta y costosa, se repite en los proyectos
de plantación de nuevos bosques de aerogeneradores, cuando se acomete
una operación de repowering (repotenciación), o cuando, por las
agresiones meteorológicas, las aspas en servicio quedan inutilizadas y
hay que remplazarlas.
Pero, ¿cuál es el destino de estas estructuras monstruosas una vez que quedan fuera de servicio?
Un proyecto de colaboración entre la empresa Reciclalia y la institución
pública de investigación, el CSIC, que busca poner en marcha un proceso
de reciclaje de residuos de materiales compuestos, ha dejado al
descubierto un gravísimo problema ecológico que puede convertir a la
forma de generación de energía más limpia en la más contaminante.
Reciclalia ha elaborado un informe, al que ha tenido acceso eldiario.es,
en el que dibuja los perfiles del problema ecológico que se nos viene
encima con la acumulación de residuos de materiales compuestos,
especialmente de fibra de vidrio y de fibra de carbono, para los que no
se están aportando soluciones en forma de almacenamiento ordenado y
seguro, ni, sobre todo, para su tratamiento y reciclaje.
Toneladas de basura compleja
La industria de fabricación de equipos de generación de energía eólica
es intensiva en el uso de materiales en fibra de vidrio. Las palas, que
en las más modernas instalaciones (los parques marinos ‘offshore’)
alcanzan ya los 120 metros, están fabricadas mediante un proceso muy
artesanal a base de fibra de vidrio que es endurecida con importantes
cantidades de resinas. Por diseño, su estructura tiene que ser
perdurable e indeformable, con lo que, una vez que las aspas quedan
obsoletas, se convierten en elementos no reutilizables y difícilmente
degradables si no es por procedimientos específicos.
Según datos manejados por el Centro Nacional de Energías Renovables
(Cener), por el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y
Tecnológicas (Ciemat) y por Red Eléctrica de España (REE), que han sido
cruzados por Reciclalia, entre 1996 y 2014 se han instalado en España
entre 25.000 y 27.000 aerogeneradores, lo que eleva el número de palas a
75.000 (tres por torre).
Estas instituciones calculan que los planes de aumento de la potencia
eólica instalada (25.000 megavatios hoy frente a los 38.000 estimados en
2020) exigen un ritmo de fabricación anual de palas que pueden llegar
hasta 7.000.
Las necesidades se estiman por el crecimiento del número de parques,
pero también por otros dos factores de gran importancia. El primero, los
planes de repowering o aumento de la potencia de los bosques ya
instalados con la sustitución de los equipos antiguos por otros de mayor
envergadura (las nuevas generaciones de palas para aerogeneradores
emplazados en tierra aumentan su longitud de 40 a 60 metros).
El segundo, las necesidades de reemplazo de las aspas dañadas por las
graves tensiones que padecen en su función de rotación y por las
agresiones meteorológicas que sufren, especialmente con la atracción que
provocan sobre los rayos o el choque de pájaros.
Según un estudio de la empresa Eurofiber, hoy los volúmenes de
“materiales a tratar” tras ser desechados por la industria eólica suman
18.000 toneladas, y ascenderán a 40.000 dentro de una década.
Reciclalia, con los datos de Cener, Ciemat y REE, estima que hasta la
fecha pueden haber sido sustituidas por diversas razones unas 20.000
palas. De ellas menos de un 10% ha sufrido un tratamiento para su
reciclaje en forma de destrucción por trituración. El resto se
encuentran depositadas en más de 100 cementerios alegales repartidos
irregularmente por la geografía española, varios de ellos en Galicia.
Este destino, con ser “poco adecuado”, según Reciclalia, no es el que
más riesgos ecológicos produce. En muchos casos, las palas que son
sustituidas se parten en varios trozos y se entierran al pie mismo de
las torres donde prestaron sus servicios. Esta práctica es
particularmente grave porque, al estar los parques eólicos situados en
zonas altas y contener los equipos una alta concentración de resinas
cancerígenas, utilizadas para dar consistencia a las aspas, el arrastre
del material que se produce con el tiempo y la lluvia termina por
contaminar las zonas bajas.
Cementerios sin dueño
En España existen 17 fábricas de palas para aerogeneradores: Galicia,
Castilla-La Mancha y Navarra tienen cuatro plantas cada una,
Castilla-León tiene dos y Valencia, Andalucía y Euskadi cuentan con una.
Los principales fabricantes son Gamesa, Acciona y LM. La identidad de
los fabricantes está clara, pero no así la propiedad sobre los
cementerios. Ninguno de los agentes asume responsabilidad sobre su
existencia.
La Unión Europea, como impulsor en su día de la industria de generación
de energía eólica, con su plan denominado “Horizonte 2020” propuso la
creación de un Consorcio Europeo de Empresas, que tendría, entre otras
funciones, “desarrollar soluciones tecnológicamente innovadoras para la
recuperación de, entre otros, los materiales compuestos”. La crisis
económica y en particular la quiebra del modelo de primas para favorecer
el desarrollo de las energías alternativas han paralizado la creación
de esta estructura empresarial europea en la que empresas como la
española Gamesa, tenía un importante papel que jugar.
Residuos en fibra de carbono
Pero el sector de la generación eólica no es el único generador de
basura de los llamados composites. Los modernos aviones, tanto
comerciales como militares, utilizan en su estructura y fuselaje
crecientes porcentajes de fibra de carbono que permiten aligerar su
peso.
La Asociación Carbon Composites e.V. (CCeV) calcula que la demanda
mundial de fibra de carbono en 2012 fue de 42.000 toneladas y llegará en
2015 a las 73.000 toneladas. El crecimiento anual es del 13%. Prevé que
8.500 aviones comerciales, con una media de 20 toneladas de compuestos
por unidad, se retirarán del servicio desde ahora hasta el año 2025.
Hasta hoy el destino más habitual de estas aeronaves jubiladas es su
almacenamiento en plataformas secundarias de aeropuertos o en cementeros
irregulares en los desiertos. Un basura compleja sin tratamiento
adecuado que se suma a la de las palas obsoletas de los aerogeneradores,
a los desechos de componentes de automoción y otros muchos.
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