las cosas, como son..
disfruten lo votado..
Hacia el abismo: deflación y endeudamiento - Blogs de El Disparate Económico
Las
últimas cifras conocidas de deflación, deuda, crédito a la economía
real y morosidad definen un camino inequívoco hacia el abismo. El
IPC de agosto cayó un 0,5% en tasa interanual, algo que no es
coyuntural, como decían el Gobierno y sus secuaces en febrero, sino que
es el agravamiento de una tendencia de caída de precios. Un Gobierno
de ineptos que se muestra muy ufano de la deflación salarial que han
inducido por lo que supone de reducción de costes y mejora de la
competitividad, pero tan ignorante que se da cuenta de que el descenso
de salarios para conseguir una reducción de costes también disminuye el
ingreso agregado de la clase trabajadora, y, en consecuencia, produce un
descenso de la demanda y del precio de los bienes y servicios, lo que
al final lleva a una caída del producto marginal del trabajo con
desempleo.
Estos analfabetos funcionales desconocen que la forma más efectiva de
elevar la demanda agregada y, en consecuencia, la inversión que depende
de las expectativas es la redistribución de los ingresos de forma que se
eleve la propensión al consumo. ¿Y qué han hecho estos insensatos que
nos gobiernan? Justo lo contrario: elevar la fiscalidad de la clase media y trabajadora y disminuir la de los ricos. España
tiene hoy la fiscalidad más alta de la OCDE sobre la familia media y la
distribución más injusta de la renta y la riqueza de toda la UE.
Y esto nos lleva al peor de los escenarios posibles. Aunque exista
crédito disponible, la falta de expectativas provocada por su
disparatada política hace que no exista demanda para el mismo.
Arthur Laffer acaba de demostrar en un reciente libro (La riqueza de los
estados) cómo los mayores impuestos sobre la renta reducen el
crecimiento en un 25% y además no incrementan los ingresos fiscales.
Toda la política del BCE, que riega de dinero al sistema financiero para
que lo preste a la economía productiva, puede ser un fracaso. En la primera subasta, apenas se ha demandado la mitad del dinero previsto (82.000 millones frente a 150.000).
Familias y empresas no van a endeudarse porque las incertidumbres son
demasiado grandes. La mayor parte acabará dedicándose a la especulación
porque el BCE no tiene mecanismo alguno para impedirlo.
Por
otro lado, el saneamiento de la banca dista mucho de haberse terminado a
pesar de los más de 300.000 millones que nos lleva costando a los
contribuyentes. La morosidad oficial asciende ya al 13,5%, que es más o menos la mitad de la morosidad real
que, en cifras absolutas, supera los 330.000 millones de euros. Y luego
el endeudamiento. No solo es que Rajoy haya batido todos los récords
conocidos endeudándose a una velocidad doble que la del indigente
mental, es que este mentiroso compulsivo del que no se conoce ni una
sola verdad ni una buena obra afirmaba muy serio antes de las elecciones
que “es un disparate gastar más de lo que se ingresa”. Desde entonces, y
pese a los recortes sociales (un 13% desde 2011) y a las brutales
subidas de impuestos, nunca en la historia económica de España la deuda
pública había aumentado tanto en tan poco tiempo.
PIB nominal, PIB real y deflactor del PIB
Para entender bien cómo la deflación está afectando a nuestra economía,
es necesario comprender las diferencias entre PIB nominal y PIB real
primero, y su cociente, que se denomina deflactor del PIB. El PIB es la
suma del valor final de la totalidad de bienes y servicios producidos en
el interior de las fronteras geográficas de un país a lo largo de un
periodo dado. Se denomina nominal cuando ese valor final está calculado a
precios de mercado y real cuando está calculado a precios constantes
referidos a un año base.
El PIB real no es una magnitud
representativa de la realidad: afirmar que el PIB real ha crecido tanto o
cuanto no significa absolutamente nada. ¿Y qué tenemos entonces? Que la economía española no está creciendo, sino cayendo
El deflactor del PIB es un índice que mide las variaciones de precios de
todos los bienes y servicios producidos en una economía. La diferencia
con el IPC es que este solo incluye una muestra representativa de los
bienes y servicios consumidos por una familia media. Como la
Contabilidad Nacional mide el PIB a precios corrientes y a precios
constantes, el cálculo del deflactor es inmediato: basta dividir el PIB
nominal por el PIB real. ¿Y qué tiene que ver esto con lo que está
pasando hoy en nuestra economía? Pues todo, porque en una situación
de deflación como la nuestra hoy el PIB real no es una magnitud
representativa de la realidad, en el supuesto de que la valoración de
sus componentes fuera correcta, lo que no es el caso ni de lejos en
España desde 2008. Es el PIB nominal. Por tanto, el afirmar que el PIB
real ha crecido tanto o cuanto no significa absolutamente nada.
¿Y qué tenemos entonces? Que la
economía española no está creciendo, sino cayendo. Veamos las cifras: en
el primer trimestre de este año, el PIB real creció según las cifras
manipuladas dadas por el Gobierno un 0,5% en tasa interanual, pero como
el deflactor del PIB fue del -0,6% del PIB nominal –es decir, la suma de
los valores finales de todos los bienes y servicios producidos en
España en ese primer trimestre medidos a precios de mercado– en realidad
cayó un -0,1 % en tasa interanual. No creció ni el 0,5% ni nada. En el
segundo trimestre el PIB real oficial habría crecido un 0,6 % y el
deflactor un -0,2 %, o sea, un crecimiento del PIB nominal del 0,3 %
para el primer semestre, ¡la cuarta parte de la cifra oficial!
Y lo más importante, ¿qué está pasando en el tercer trimestre? Pues
que con un IPC del -0,4 % en julio y del -0,5% en agosto, el deflactor
puede haberse ido al -1%, y en consecuencia el tan cacareado crecimiento
se ha ido al garete, total y absolutamente. A medida
que se conocen más datos del tercer trimestre, la situación está
empeorando, el consumo y la inversión se están desinflando, el índice de
producción industrial de julio cayó un 3% con una clara tendencia al
descenso –igual que ocurre en el sector servicios, donde las
pernoctaciones en hoteles caen con fuerza y las afiliaciones a la
Seguridad Social se desaceleran–. No hemos entrado en la senda de la
recuperación como afirma falsamente el Banco de España, sino todo lo
contrario. Igual que cuando crean dos puestos de trabajo de 10 horas
semanales mientras se destruye uno de 40, afirman que se está creando
empleo cuando la realidad es justamente la contraria: siguen
destruyéndose decenas de miles de horas de trabajo.
El efecto de la deflación sobre la deuda
La combinación de deuda y deflación fue, como demostraron Ben Bernanke,
el expresidente de la Reserva Federal, y sus colaboradores del
Departamento de Economía de la Universidad de Princeton, la causa
esencial de la Gran Depresión. Evidenciaron cómo esta combinación letal
fue la que convirtió una recesión no demasiado severa en una gran
depresión. Cuando en un país fuertemente endeudado –la deuda total de
España, pública y privada, supera ya el 450% del PIB, una cifra
realmente monstruosa– se produce una deflación, se hace mucho más
difícil tanto para las empresas, las familias como para la banca y el
Gobierno el pago de la deuda, porque el país se empobrece y porque los
tipos de interés efectivos se elevan.
El que el país se empobrece ya lo he explicado. El PIB nominal, que es
lo que mide el valor de los bienes y servicios a precios de mercado,
cae, y el PIB real, que es el que manejan el Gobierno y sus secuaces, no
significa absolutamente nada, ya que el valor de los bienes y servicios
se contabiliza con unos niveles de precios ficticios. Y que los tipos
de interés suben también puede verse fácilmente. Si una familia está
pagando por una hipoteca un 2% de interés y la inflación es del 3%, el
tipo de interés real es negativo (-1%). Pero si la inflación es del
-0,5%, el tipo de interés real que está pagando es del 2,5%. Es decir,
un aumento de los desequilibrios: por un lado, es más difícil devolver
la deuda porque somos más pobres, y, por el otro, los tipos de interés
reales se incrementan significativamente.
Pero es que además nuestra deuda no para de crecer. Seguimos gastando por encima de nuestras posibilidades. Midiendo
la deuda total, es decir, lo que de verdad se debe o pasivos en
circulación, esta ha aumentado desde finales de 2011 hasta el primer
trimestre de 2014 en 465.835 millones, que compara con los 253.171
millones la deuda PDE (según protocolo de déficit excesivo) una
convención contable de los burócratas de Bruselas. La
deuda total de las AA.PP. asciende ya a más de 1,4 billones de euros,
una cifra que arruina definitivamente el futuro de varias generaciones
de españoles.
Curiosamente, la relación entre deuda total y deuda PDE era en 2011 de
1,29, mientras que con Rajoy la relación entre incremento deuda total e
incremento deuda PDE es de 1,84. ¿Y qué quiere decir esto? Pues muy sencillo: que están ocultando deuda PDE por más de 100.000 millones de euros. ¡Y Eurostat sin molestarse en investigar!
Pero es que este año la situación no solo sigue igual. Sigue peor. El
endeudamiento alcanza ya los 65.000 millones de euros, 5.000 millones
más que el año pasado, y el endeudamiento autonómico, que gracias a la
irresponsabilidad de Rajoy y Montoro ha crecido al 15,7% interanual
hasta los 228.234 millones, empezando, cómo no, por Cataluña, que lleva
recibidos ya de Rajoy 37.000 millones de euros adicionales, un
auténtico escándalo, mientras reducen gasto social, infraestructuras,
becas comedor y de las generales. ¿Por qué se han tenido que endeudar en
5.000 millones más? Realmente es que no hay por dónde cogerlos.
Y por si todo esto fuera poco, una vez pinchado el bluff de la mejora del sector exterior, la deuda externa sufre la mayor subida desde que se inició la crisis al situarse en 1,64 billones, cuyas responsables principales han sido las AA.PP., pues su endeudamiento supera ya al del sector bancario.
Es decir, la economía improductiva, el despilfarro, el nepotismo y la
corrupción institucional y personal son la causa no ya de nuestra ruina,
sino de la ruina de varias generaciones de españoles. Del cambio de una
estructura social con una potente clase media heredada del general
Franco a una tercermundista donde la clase media está desapareciendo,
con el grueso de la población viviendo con dificultades de llegar a fin
de mes, con un 5% de ricos cada vez más ricos porque imponen sus
condiciones a la oligarquía política, y dos millones de enchufados
púbicos con salarios que doblan la media del sector privado.
Pero lo peor de todo es que no solo han destruido la mejor estructura
social que jamás había tenido este país, y que costó sangre, sudor y
lágrimas el construir; es que han robado el futuro de las próximas
generaciones. A día de hoy más de un 50% de los jóvenes no encuentra trabajo, pero la mayoría de la gente piensa erróneamente que es una situación temporal. Se equivoca totalmente: más
de la mitad de la juventud no encontrará trabajo o solo firmará
contratos basura en toda su vida. No es coyuntural, es estructural.
La casta política ha destruido las expectativas para varias
generaciones. Me decía el director de una gran escuela de ingenieros de
Madrid que, de los alumnos que hoy terminan los estudios de Ingeniería y
Arquitectura en España, la mitad no se coloca, algo que jamás había
ocurrido en el pasado. Y la otra mitad lo hace con sueldos de miseria.
Esto no se arreglará, solo irá a peor.
Por ello tengan una cosa muy clara: o somos capaces de destruir los
partidos de la Transición, su modelo de Estado y su sistema oligárquico,
o ellos nos destruirán a nosotros, a nuestros hijos y a los hijos de
nuestros hijos. Y ni siquiera somos capaces de reaccionar para defender a
nuestros hijos, cuyo porvenir les está siendo arrebatado por unos
canallas a quienes no les tiembla el pulso para reducir el dinero de las
becas pero no eliminan ni uno solo de los miles de coches oficiales
–¿en qué país del planeta un ayuntamiento como el de Madrid tiene 280
coches oficiales asignados, todos los concejales con chófer y dos
asesores y cualquier mindundi con mando?– ni los inmensos privilegios de
una clase ociosa que está vampirizando a este desgraciado país. Creo que nuestros hijos nos juzgarán muy duramente por nuestra inacción y nuestra cobardía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario