20150131

Cómo la prensa distorsionó los resultados de un estudio de género

cuando la prensa "distorsiona" (sic) o cuenta "medias verdades" en realidad está mintiendo, pues no cuenta la verdad (las cosas, como son).. la realidad es que ambos sexos tienen la misma predisposición al control de la pareja..

evidentemente ninguna de las miles de asociaciones, observatorios, fundaciones.. de la lucha por la "igualdad de género" se ha escandalizado por el asunto de la "distorsión".. hay que recordar que el "heteropatriarcado falocrático heterosexual machista opresor machirulo" es muy malo.. claro, claro..

disfruten lo informado..



Cómo la prensa distorsionó los resultados de un estudio de género

Hace unos días se publicaron los resultados del estudio Percepción de la violencia de género por la adolescencia y la juventud, realizado por Verónica de Miguel Luken y publicado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. El diario El País plasmó su interpretación en el siguiente titular: “Una de cada tres jóvenes considera aceptable que su pareja la controle”, mientras que El Mundo publicó otro diferente: “Uno de cada tres jóvenes considera inevitable controlar a su pareja”. Pese al neutro “jóvenes”, el cuerpo de este último artículo aludía específicamente a los varones.

Guiándonos sólo por lo que afirman estos diarios, pensaríamos que el estudio preguntó a los hombres sobre lo aceptable de controlar a sus parejas y a las mujeres sobre lo aceptable de ser controladas. Independientemente de a quién preguntaran, el control sería unidireccional del hombre hacia la mujer. El problema, sin embargo, es que no fue así.

Veamos la pregunta que hizo el estudio:


Pregunta 5 del cuestionario

Como pueden comprobar, no se especifica la unidireccionalidad del control. Tal y como está planteada la pregunta, cualquier miembro de la pareja puede ejercer el control y cualquiera sufrirlo.

Por si a alguien le quedaran dudas, los propios autores lo aclaran (p. 48, el subrayado es mío):

Bidireccionalidad

Más interesantes aún fueron los resultados a dicha pregunta (con la que se cebaron los medios) pues ofrecieron una paridad casi exacta por sexo. Salvo en “dar voces a los hijos”, la diferencia suele ser del 1%, dentro del margen de error (p. 49):

Resultados 1

Resultados 2

Resultados 3

Teniendo en cuenta, por tanto, que la pregunta es bidireccional y que los resultados son prácticamente idénticos para ambos sexos, repasemos una vez más lo que escribieron estos diarios, empezando por El País:

Titular de El Pais

Con estos datos también se podría haber llegado a la conclusión de que uno de cada tres varones jóvenes acepta el control de su pareja, pero ello no contribuiría a la narrativa de género que nos llevan queriendo imponer por tanto tiempo.

Veamos ahora lo que dijo la noticia en El Mundo. Atención al último párrafo (el resaltado rojo es mío):

El MundoNuevamente, también se podría haber dicho que una de cada tres chicas considera aceptable algunos tipos de control sobre la pareja. Pero otra vez esto rompería con la narrativa de género que los medios nos llevan imponiendo desde hace años.

Por otra parte, si las iniciativas que menciona el diario en su último párrafo llegaran a concretarse, el gobierno también estaría realizando una interpretación sesgada de las conclusiones para a su vez imponer una política igualmente sesgada. Las campañas reforzarían aún más esta narrativa donde el varón es el único agresor y la mujer la única víctima.

Además de una manifiesta tergiversación de los resultados del estudio, lo que hemos podido comprobar es la incapacidad absoluta de los medios y las instituciones para examinar los resultados como les fueron ofrecidos. Al parecer ya no importa lo que digan los encuestados. Saben las conclusiones que buscan y lo que planean hacer con ellas.

Por último, se trata de una gran oportunidad perdida para el debate científico. Quienes están familiarizados con la literatura sobre violencia en la pareja saben que hay dos grandes corrientes: la que sostiene que el varón constituye el principal agresor y la que afirma que existe una simetría en las agresiones (incluyendo la iniciación de la violencia).

La corriente “simétrica” señala que la diferencia en cuanto a heridas graves y muertes femeninas se debería a la mayor fuerza física del varón, y no a una distinta predisposición a la hora de ejercer la violencia contra la pareja. Dicha corriente no es ni mucho menos minoritaria. En esta página de la Universidad Estatal de California pueden encontrar una revisión de la literatura que sumando todos los estudios alcanzaría las 371.600 personas encuestadas (y aquí una referencia similar en español).  De hecho incluso el Manual de la Universidad de Oxford sobre perspectivas evolutivas para la violencia, el homicidio y la guerra (página 207 en adelante) ofrece una explicación desde el punto de vista biológico-evolutivo a la alta agresividad femenina en las relaciones de pareja, y por qué esta agresividad (física) no suele extenderse a otros contextos.

Mencioné que se trataba de una oportunidad perdida porque las conclusiones del estudio del ministerio sobre el control de la pareja se alinean perfectamente con la corriente simétrica, reflejando que ambos sexos tienen la misma predisposición (siendo la mayor fuerza del varón la que explicara la diferencia en cuanto a heridas graves y muertes). Esta conclusión no minimiza en ningún caso la problemática de la violencia contra la mujer, pues seguiría representando los casos más graves en el contexto de la pareja. Sin embargo, cambiaría el discurso sobre la inferioridad moral masculina que se imbuye en estas tragedias al etiquetarlas de “violencia machista”.

Lo que habría sido un excelente punto de partida para el debate científico y académico sobre la violencia en la pareja, ha sido aplastado por los medios de comunicación. Aparentemente no podemos tener ese debate, porque no se trata de averiguar la verdad para idear soluciones. Se trata de hacer política. Y si los resultados de los estudios no se ajustan a ella, habrá que cambiar o reinterpretar sus conclusiones. Porque los informes ya no se hacen para tomar medidas, sino para justificarlas.

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