20171014

Arquitectura: Lo que la bandera más grande de España oculta sobre los negocios con el nazismo

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parte de la historia:

Su gran fuente de riqueza [César Cort (y familia), presidente de la Junta de Compensación de Valdebebas y de la promotora inmobiliaria Valenor] fue un metal llamado wolframio, cuya demanda se disparó durante la II Guerra Mundial: los nazis utilizaron el wolframio, que no se funde hasta los 3400 grados, para reforzar el acero de sus tanques, cañones y proyectiles. Convertido en el nuevo oro negro, el wolframio protagonizó una batalla estratégica cuyo centro era España, donde estaban buena parte de las reservas mundiales, a las que los nazis querían acceder para horror de los aliados. El precio del wolframio, en definitiva, llegó a multiplicarse por cien: con los nazis comprando todo lo que podían y los aliados pagándolo a precio de beluga en el mercado libre simplemente para que los nazis no se hicieran con él. Y en esas llegó César Cort…

El catedrático de urbanismo se hizo en 1940 con la propiedad de las minas de Fontao (Pontevedra), cuya gerencia había estado en manos de su hermano Fernando, ingeniero de minas, durante la Guerra Civil. Fontao era una antigua mina de estaño (Minas de Estaño de Silleda) propiedad de una empresa francesa (Societé des Étains de Silleda) desde los años veinte. Cort aprovechó las nuevas leyes franquistas –pronacionalizadoras– para hacerse con el control de la mina, que pasó a llamarse Wolfram Hispania SA y llegó a tener más de 4000 trabajadores (muchos de ellos presos políticos republicanos).

La trama nazi

Los agentes nazis se hicieron fuertes en las minas gallegas de wolframio a finales de los años treinta gracias a una sociedad financiera: SOFINDUS (antes HISMA). SOFINDUS servía lo mismo para un roto que para un descosido: para ocultar los pagos del bando nacional a Alemania por su ayuda durante la Guerra Civil, para controlar el mercado español del wolframio y para camuflar el resto de negocios nazis que contaron con el beneplácito táctico del nuevo régimen español. Cuando el franquismo prohibió que las empresas extranjeras controlaran la mayoría accionarial de las minas y otras empresas estratégicas, SOFINDUS recurrió a testaferros como el conde de Argillo, padre de Cristóbal Martínez-Bordiú, futuro 'yernísimo' de Francisco Franco.

En otras palabras: Cort se iba a forrar a base de bien con el wolframio. “Un nuevo empresariado –puesto que grupos bajo control de capital extranjero, como el de Fontao, habían cambiado de manos una vez finalizada la guerra española–, se apresta a extraer el máximo beneficio de la necesidad alemana de abastecerse de wolframio a cualquier precio y de la disposición aliada, y británica en particular, a impedir su compra presionando, en este caso, sus precios fuertemente al alza”, según una investigación de los profesores María Xosé Rodríguez Galdo (Universidad de Santiago de Compostela) y Abel Losada Álvarez (Universidad de Vigo) sobre el wolframio gallego y la mina de Fontao, “la más significativa del sector por la conjunción de tamaño y tradición”.

“En 1942 y 1943 el wolframio se convierte en el primer producto minero de España, incluso por encima del hierro... Su papel en la economía exterior española de los años centrales de la II Guerra Mundial es bien conocido, representando en el conjunto de las materias primas exportadas por España en torno al 50% del valor total en los años 1943 y 1944”, añaden los académicos.

La mina de Fontao produjo 129.257 toneladas de wolframio solo en 1942, año en el que facturó 11,6 millones de pesetas de la época (más de 100 millones de euros al cambio actual), según los libros de la empresa consultados por Rodríguez y Losada. La empresa minera echaría el cierre en 1963 tras un segundo 'boom' en los años cincuenta (Guerra de Corea).

Para entonces hacía ya mucho tiempo que Cort había invertido sus ganancias en comprar suelo en las afueras de Madrid, especialmente en el norte y en el nordeste, donde ahora cuelga la mayor bandera de España de todos los tiempos en un bloque de pisos en obras. Los caminos del milagro inmobiliario español son inescrutables…




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